martes, 30 de septiembre de 2008

Tautológicamente contingente

Lo ultimo que le dejó fue un beso en la mejilla. Eso y un medio abrazo medio tierno y medio inolvidable, esto último, quizá, por medio. Y de aquello quedaron ganas en él de pintarse -o dejarse pintar- del gris más gris que pudiese existir, como si su existencia partiese de la convicción de la posiblidad repetidamente inconclusa, perpetuamente negada o tautológicamente contingente. "Es un sueño..." recordó que una vez le dijo. Lo recordó por que recordó no saber que contestar pues nunca supo si a pesar del tono interrogativo asociado lo que hacía era afirmarlo o preguntarlo, de lo único que estaba seguro era que no era una negación y hasta ese momento eso era suficiente. Hoy creo que con aquella idea sólo intentaba describirla lo mejor que podía y creo también que el temor de no hacerlo tan bien tuvo que ver con la razón de aquel tri-logismo interrogativo-afirmativo-no-negativo-para-su-suerte. Pero claro, lo que nadie sabía era de sus problemas de insomnio. De modo que el sueño en realidad era un deseo y un sueño a la vez, para sí, para él, ... (to be continued)
Eso y las ganas de no perderse de ningún detalle en adelante. Quizá las razones que tenemos o que buscamos tener no tengan nada en común con lo queremos. Y quizá